Era verano del 2013, cuando un pequeño animalito, llega a nuestro hogar, de la mano de mi hija María.
Se trataba de un hamster sirio o dorado con pelo de angora.
Parecía una pequeña bola de pelo, por lo que le llamó Bola ó Bolita en plan afectivo.
Para nosotros no era más que un roedor, capricho de mi hija, pero quién nos iba a decir a nosotros lo que esa pequeña criatura iba a cambiar nuestras vidas.
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